La huella de carbono es un indicador ambiental que pretende reflejar «la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos durante el ciclo de vida de un producto». Como publica la periodista Inma Lopera en ABC, ante una sociedad cada vez más concienciada por el cambio climático y la necesidad de hacer un consumo responsable, compartir información sobre la huella de carbono de los productos aporta beneficios tangibles a las marcas y dos tercios de los consumidores apoyan la inclusión de etiquetas de huella de carbono en los productos alimentarios, según indica un reciente estudio internacional realizado este mismo año entre más de 10.000 consumidores de Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, España, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos.
No obstante, si este indicador tiene en cuenta la energía gastada en la producción o los kilómetros recorridos por los productos, cuando se trata de alimentos, las normas internacionales que miden la huella de carbono obvian temas como la forma en la que han sido cultivados, pese a que la emisión de gases de efecto invernadero será diferente dependiendo de las técnicas agrícolas utilizadas y de la cantidad de insumos incorporados para conseguirlos.
Para cubrir este hueco nace el proyecto «Life Agromitiga» que se desarrolla en un total de 35 fincas demostrativas de Andalucía y cuyo objetivo es desarrollar estrategias de mitigación del cambio climático a través de una agricultura inteligente en el uso del carbono. Cuenta como socios con la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos, ASAJA-Sevilla, la Universidad de Córdoba, la Federación Europea de Agricultura de Conservación, el Ifapa y la Consejería de Agricultura de Andalucía.
Adjuntamos el artículo completo de ABC: LIFE_Agromitiga_ABC