La dehesa es un ecosistema único de la península ibérica donde confluyen la foresta salvaje y la explotación ganadera sostenible. En una hectárea de encinas, alcornoques y quejigos, es posible pastorear ovejas, cabras, terneras y el emblemático cerdo ibérico de bellota, además de desarrollar actividades como la caza, la apicultura y la producción de corcho.
Este equilibrio entre naturaleza y actividad humana ha permitido la perdurabilidad de la dehesa durante siglos, funcionando como un sistema agroforestal sostenible. Por un lado, su manejo responsable garantiza la producción de recursos como bellotas, madera y pastos sin agotar el ecosistema. Por otro lado, conserva la biodiversidad propia de los bosques mediterráneos, albergando especies emblemáticas como el lince ibérico y el águila imperial. Como explica a TVE el gerente de la finca Dehesa Frías y vicepresidente de ASAJA-Sevilla, José Miguel Martín, parejas de águilas imperiales anidan cada año en esta Dehesa, enmarcada en el Parque natural de la Sierra Norte de Sevilla. Martín se enorgullece de ello: "Pierdo unas 20 gallinas al año cuando vienen a criar, pero su presencia en mi finca significa que hemos logrado un equilibrio sostenible entre nuestro ganado y la fauna salvaje. Si hay águila, la finca está sana y eso es bueno para el largo plazo de la finca"
Sin embargo, esta armonía está en peligro debido a una enfermedad devastadora: la Seca, causada por el hongo Phytophthora.
José Manuel Roca, ingeniero agrónomo de ASAJA-Sevilla, recuerda que la dehesa es el hábitat ideal para muchas especies en peligro. "La mayoría de los linces nacen fuera de Doñana. En apenas 20 años, han pasado de estar en riesgo crítico de extinción a ser una especie vulnerable, con más de 2.000 ejemplares en la península", destaca. Atribuye este éxito, en gran parte, al compromiso de los ganaderos, quienes los acogen en sus fincas, aun asumiendo las pérdidas que puedan causar en su ganado.
Sin embargo, reclama acciones urgentes de reforestación masiva en las zonas afectadas por la Seca: "Cada año se pierden mil hectáreas de bosque adehesado. Si plantamos 100 nuevos árboles y sobreviven 10, ya es un avance". "Nos jugamos mucho, el abandono del ganadero conlleva la "matorralización" de la Dehesa, ya hemos visto lo que pasa con los montes abandonados presa de los incendios de 6ª generación como el que arrasó la Sierra de la Culebra en Zamora", concluye. "Debemos garantizar la supervivencia de nuestro bosque más emblemático con el que hemos convivido durante siglos en armonía, su origen se remonta a la Edad Media, para las generaciones futuras".
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