La cosecha ha sido catastrófica, reduciéndose un 42% en la provincia de Sevilla, tanto en la producción de trigo duro, como en la de girasol, que apenas superará a las 75.000 toneladas
En este nuevo escenario, las estrategias para aumentar la rentabilidad de las producciones, a la vez que se fomenta la sostenibilidad, son parte de la solución, y es el objetivo de proyectos como LIFE Agromitiga y Girasoil, en los que trabaja ASAJA-Sevilla
Tras finalizar la cosecha de cereales y con el arranque estos días de la campaña de girasol, ASAJA-Sevilla ha celebrado en el Centro Cultural José Luis García Palacios, en Sevilla, su XXXVIII edición de la Jornada de Cultivos Herbáceos que, con la tradicional colaboración de la Fundación Caja Rural del Sur y de Syngenta, y en el marco del Proyecto LIFE Agromitiga, ha permitido informar a los más de 200 agricultores asistentes de la marcha de los mercados de estos dos cultivos y de las posibles vías alternativas que permiten mejorar su rentabilidad y productividad, especialmente ante un panorama tan incierto como el derivado del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, como puso de manifesto en el acto inaugural el presidente de ASAJA-Sevilla, Ricardo Serra.
En este mismo sentido, se pronunció el secretario general de Agricultura, Ganadería y Alimentación de la Consejería de Agricultura, Manuel Gómez Galera, quien destacó que “la campaña 2023 para los cultivos herbáceos en Sevilla y Andalucía ha sido una de las más complicadas que se recuerdan, en la que los agricultores están sufriendo la tormenta perfecta, y no precisamente acompañada de agua”, lo que ha hecho descender nuestras cosechas. En el caso del trigo, -como puso de ejemplo-, pese a tener una superficie muy similar al año pasado, no se llegará ni al 50% de la cosecha media de los años 2018-2021. “También a nivel europeo tendremos la peor cosecha desde año 2007, con 256 millones de toneladas”, lamentó Gómez.
Como explicó el secretario general de Agricultura, “el incremento desmedido del precio de los insumos, la sequía, la guerra en Ucrania, la distorsión en los mercados,… han complicado al extremo la toma de decisiones y el día a día de nuestros agricultores y ganaderos, y desgraciadamente la nueva PAC no ha elegido un buen momento para entrar en vigor, con unas nuevas normas y prácticas de cultivo nada claras hasta bien entrada la campaña, que han añadido más incertidumbre”.
Por ello reiteró el compromiso de la Consejería en seguir apoyando al sector agrario andaluz, con medidas como las puestas en marcha ahora, entre las que citó la máxima flexibilización en los requisitos y exigencias de la nueva PAC, la aprobación de los tres Decretos de Sequía (con más de 300 millones de euros de inversión conjunta), el apoyo a la contratación del seguro agrario y la apuesta por proyectos como el LIFE Agromitiga, que permitan mejorar las prácticas de cultivo, aprovechando además las nuevas oportunidades que, por ejemplo, la agricultura de carbono nos brinda”.
Proyecto LIFE Agromitiga: Secuestrando carbono para salvar el suelo agrícola
Precisamente de los resultados preliminares de este proyecto, una iniciativa europea que cuenta con la colaboración de ASAJA-Sevilla y que está enfocada a la preparación del sector agrícola para afrontar los nuevos retos ambientales y climáticos, informó a continuación el investigador del IFAPA Alameda del Obispo, Manuel Moreno. Como introdujo Moreno, “el suelo es clave en los escenarios de cambio climático, ya que es el mayor sumidero terrestre de carbono, de ahí que su conservación sea crucial”. España presenta unos datos de desertificación muy altos, con un 74% del territorio en riesgo de erosión, siendo Andalucía la región más afectada, con una quinta parte de su superficie bajo procesos de erosión altos, agravados por el cambio climático y la actividad humana, que provocan graves pérdidas de suelo agrícola.
Por ello, como explicó el investigador del IFAPA, el proyecto Life Agromitiga se centra en la implantación de prácticas de Agricultura de Conservación relacionadas con el aumento del secuestro del carbono orgánico a través de la conservación de la materia orgánica en el suelo. El equipo de IFAPA de Córdoba ha participado en este proyecto estudiando los aumentos en los contenidos de carbono orgánico en los suelos de las fincas colaboradoras, además de en otros aspectos, como la influencia en el mantenimiento de la humedad en los mismos.
El área de actuación del proyecto se focaliza en Andalucía, aunque el modelo de gestión puede ser implantado en otros países del arco mediterráneo. A partir de la información climática, edáfica y de uso agrícola estudiada, se han elegido ocho zonas edafoclimáticas, las más representativas del territorio agrícola andaluz y que cubren el 90% de la superficie agrícola autonómica. Como expuso Moreno, los resultados obtenidos muestran la diferente evolución del contenido en carbono orgánico en los suelos de fincas localizadas en la misma zona edafoclimática para un mismo cultivo, pero bajo dos sistemas de manejo diferentes. En el caso concreto de los cultivos herbáceos en secano de la provincia de Sevilla, se ha calculado que en el perfil completo de estudio de 30 cm, se secuestra de media al año 1,78 T/ha de carbono orgánico mediante técnicas de siembra directa, mientras que en las fincas en las que el suelo ha sido labrado, se ha producido una pérdida de carbono.
Una catastrófica campaña cerealista
A continuación, y tras finalizarse la recolección, se analizó durante la jornada la complicada campaña de cereales, muy costosa por el gran incremento de los costes generales del cultivo, y en especial de las semillas, los fertilizantes y el gasoil, y muy afectada por la intensa sequía, que ha hecho precipitar aún más la caída de las producciones, ya reducidas en más de un 20% en la campaña anterior. Según las estimaciones de los servicios técnicos de ASAJA-Sevilla, los rendimientos han sido de media de 1.000 kg/ha en trigo duro (1.700 kg/ha en 2022) y 1.200 kg/ha en trigos blando (2.300 kg/ha en 2022). Así las cosas, la cosecha de trigo duro en la provincia de Sevilla apenas ha alcanzado las 80.000 t, un 42% menos que en 2022 (137.745 t), y las 197.500 t en Andalucía (417.615 en 2022). En trigo blando ASAJA-Sevilla apunta una cosecha para la provincia de 78.366 toneladas (138.092 t en 2022), y de 150.000 t para Andalucía (287.696 t en 2022).
A nivel nacional, como expuso durante la jornada el director gerente de Cocereales, Arturo Hidalgo, la caída de la producción es mucho mayor. La cosecha nacional de cereales se quedará este año en 9.106.905 t, una cantidad un 60,6% inferior a la media de los últimos cinco años y “totalmente catastrófica, ya que España es deficitaria en cereales y tiene un consumo de 35 millones, por lo que los puertos están continuamente llenos y esto finalmente es lo que marca los precios”, afirmó Hidalgo. También en Andalucía estamos casi un 70% por debajo de la media de los últimos 5 años y la cosecha también será catastrófica, ya que no alcanzará ni las 600.000 toneladas”.
Respecto al trigo duro, del que tradicionalmente somos exportadores, la producción ha caído a la mitad respecto al año pasado, con apenas 200.000 t, cuando sólo el consumo de la industria es de en torno a 350.000 toneladas, prácticamente el doble, por lo que las exportaciones no serán viables. Respecto al maíz, debido a sus exigencias de agua, lamentó que el cultivo ha desaparecido prácticamente en Andalucía.
A la reducción de la producción y de los rendimientos y el fuerte incremento del precio de los insumos se suma la volatilidad de los mercados y una comercialización muy complicada. En este sentido, como explicó Hidalgo, en la presente campaña se han establecido nuevas categorías de trigo por tener pesos específicos por debajo del grupo 3 y no ajustarse a las especificaciones generales, lo que está mermando aún más el precio y haciendo más difícil el cierre de los contratos.
Además, como destacó, la intervención de la guerra en la configuración de los precios, que es un parámetro totalmente incontrolable, también está complicando la comercialización de los cereales. Ante este panorama Hidalgo recomendó a los agricultores “evaluar bien la calidad de sus cosechas, adaptar estrategias de comercialización, buscar mercados alternativos y confiar en la experiencia de los profesionales”. “Es importante tomar buenas decisiones y vender cuando haya buenos precios; el año pasado no había mucho trigo duro y se alcanzaron precios de 520-540 euros pero muchos agricultores no vendieron esperando más subidas, y finalmente no lograron vender, por lo que ahora tenemos cerca de 70.000 t de la campaña anterior, algo sorprendente”, afirmó el director de Cocereales.
Cae la producción de girasol
Posteriormente, fue el turno de analizar la situación del cultivo del girasol, cuya recolección acaba de dar comienzo en la provincia de Sevilla, productora líder de girasol a nivel regional. Sin embargo, el cultivo ha experimentado una caída del 20% de superficie en la presente campaña en Sevilla (de 129.350 ha en 2022 a 103.229 ha en 2023) y de un 19 % en Andalucía (de 246.346 ha en 2022 a 200.170 ha en 2023). El motivo no es otro que los cambios introducidos por la nueva PAC que entró en vigor el pasado 1 de enero y que, además de introducir nuevas prácticas de ecorregímenes de rotación de cultivos, a las que se han acogido la mayoría de agricultores con tierras de cultivos extensivos, ha hecho desaparecer, entre otras novedades, la ayuda asociada al cultivo del girasol en este nuevo marco. Con esta caída de superficie y con unos rendimientos de entre 700 y 750 kg/ha debido a la sequía, los servicios técnicos de ASAJA-Sevilla estiman que la producción de esta oleaginosa se reduzca en Sevilla un 42%, pasando de 129.350 t en 2022 a 75.357 t en 2023, y descienda un 46% en Andalucía, pasando de 279.367 t en 2022 a 150.127 t en 2023. Esta producción será insuficiente para abastecer el consumo interno.
En cuanto a los precios, lejos han quedado los anormalmente altos alcanzados el año pasado debido al conflicto bélico. Desde primeros de año las cotizaciones han ido a la baja, pero desde el 18 de julio, tras el cierre del corredor de cereales de Ucrania, se está dando de nuevo una tendencia al alza. A fecha 25 de julio se están cerrando contratos a 460 euros/t en alto oleico y 455 €/t en girasol convencional.
Esta cuestión fue analizada al detalle por el socio de Northstar Brokerage Commodities, Pedro Villa, quien abordó en la jornada el mercado mundial y las perspectivas para el girasol. Como introdujo Villa, el girasol supone actualmente el 10% de las semillas oleaginosas en el mundo, con 55,82 millones de t al año, frente a la soja, que lidera con 390 millones de t (67%). El girasol compite con estas semillas para la producción mundial de aceites vegetales, donde con 20 millones de t supone el 10% de la producción mundial (la soja el 29% y la palma, que domina el mercado de aceites vegetales, el 39%).
Ucrania lidera las exportaciones de aceite de girasol, con cerca de 5,1 millones de t, seguido de Rusia con 3,1 millones de t. El conflicto entre estos dos países altera completamente al mercado, por lo que debe ser tenido en cuenta. Si bien en esta campaña Ucrania producirá 11,6 millones de toneladas, frente a las 16,9 de la campaña anterior, el temor a los ataques rusos presiona a la venta inmediata de todos sus productos por miedo a que sean destruidos.
Con todos estos factores geopolíticos, las cotizaciones de las semillas oleaginosas “han evolucionado con una gran volatilidad durante los últimos años, pasando de 400 euros/t de antes de la pandemia, a los 600 euros/t por los problemas climáticos que tuvo Ucrania en otoño de 2020, y hasta llegar a 800 euros/t con la invasión rusa del territorio ucraniano”, como explicó Villa. “Ahora volvemos a tener unas cotizaciones similares a las de 2020, en torno a los 422 euros/t, pero esto nos muestra que debemos acostumbrarnos a vivir con las incertidumbres y saber adaptarnos a ese mercado tan variable”.
No obstante, como notas positivas, Villa explicó que los balances actuales de oleaginosas a nivel mundial son satisfactorios, así como que los precios sostenidos del petróleo generan incrementos del valor del biodiesel, cuya producción se está incrementando cada año y siendo su principal ingrediente los aceites vegetales.
Experiencias del proyecto Girasoil
El girasol tuvo un papel preponderante en el encuentro, dada la importancia de este cultivo de primavera, que juega un papel imprescindible en la programación de las rotaciones de cultivo y que ha adquirido relevancia por su contribución al cumplimiento de los crecientes requisitos ambientales de la PAC. Por ello en el encuentro no sólo se abordaron la situación y perspectivas del mercado sino también otros factores asociados a este cultivo tradicional en las rotaciones en secano. Así, el agricultor José de la Puerta, y el coordinador del proyecto Girasoil, Manuel Gómez Ariza, expusieron las experiencias en siembra directa, una modalidad que en Andalucía está más extendida en el cultivo de los cereales.
Y es que en la actualidad, casi la totalidad de su superficie de girasol se cultiva mediante laboreo y, aunque la siembra directa de este cultivo supone una práctica innovadora, se dispone de menos experiencia y su implantación en el cultivo de girasol bajo las condiciones edafoclimáticas que se dan en Andalucía presenta algunas dificultades, principalmente en la nascencia de la planta. Como expuso Manuel Gómez, los principales retos en siembra directa para el cultivo del girasol son el manejo adecuado de los restos de cultivo previo, la correcta regulación de las sembradoras, el efecto “espejo” en suelos muy arcillosos y húmedos, la temperatura del suelo y el uso de variedades adaptadas a un manejo sin laboreo.
Teniendo en cuenta estos condicionantes, se puso en marcha el grupo operativo denominado Mejora de la sostenibilidad del girasol mediante agricultura de conservación (Proyecto GiraSoil). El proyecto está coordinado por la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos (AEAC.SV) y cuenta con la participación de ASAJA-Sevilla, junto a un consorcio formado por la Universidad de Córdoba, el IFAPA, Syngenta, Antonio Tarazona SL y ASAJA-Andalucía. Entre los objetivos del proyecto, como señaló Gómez, destacan la mejora de la nascencia del cultivo mediante la adaptación de la maquinaria y métodos de agricultura de conservación (laboreo en bandas, barredoras de rastrojo, adaptación de sembradoras a condiciones de suelos muy arcillosos), así como evaluar el balance económico, de carbono y de energía para demostrar la viabilidad tanto económica como ambiental del cultivo.
Por su parte, el agricultor José de la Puerta explicó su experiencia con la agricultura de conservación, que lleva practicando desde 1990 y que, como aseguró “es posible en el cultivo del girasol, aunque por el componente arcilloso de la tierra, resulta más complicado y requiere más esfuerzo y sacrificio”. El primer requisito para la agricultura de conservación, como explicó, es tener una buena cubierta vegetal, lo que evita la erosión del suelo y aumenta la capacidad de retener el agua. El segundo, es realizar un esfuerzo en inversión de maquinaria para poder realizar la siembra directa. No obstante, y pese al esfuerzo, de la Puerta animó a los agricultores a practicar la agricultura de conservación porque “es rentable, si bien es necesario estar bien asesorado en el comienzo en este camino”, aconsejó.
Por otra parte, durante su intervención se puso de manifiesto la dependencia tanto de este tipo de agricultura como de la convencional, del uso del glifosato, que sigue en el punto de mira de Bruselas para su prohibición definitiva. De la Puerta aseguró que eliminar el glifosato sin alguna alternativa “sería fatal y supondría una hambruna a nivel mundial, porque somos glifosato-dependientes”.
Finalmente, el responsable de girasol de Syngenta Semillas, Martín Parco, expuso en el encuentro distintas estrategias para mejorar la productividad del girasol. Como explicó Parco, Syngenta tiene un claro compromiso por acelerar la innovación para dar respuesta a los continuos retos a los que se enfrentan los agricultores, con inversión en nuevas herramientas digitales para facilitar la gestión y la toma de decisiones, y con nuevas soluciones para la mejorar la rentabilidad y sostenibilidad del cultivo del girasol, tales como productos biológicos y bioestimulantes o nuevas variedades, como SY Essentio y SY Irisa AR, que contribuyen a la sostenibilidad de la cadena alimentaria.
Asimismo, como afirmó el responsable de girasol de Syngenta Semillas, “la incorporación de nuevas tecnologías, como la tecnología A.I.R., de la mano de la digitalización, serán parte de la solución”.