El arrozal sevillano, ése que se ha puesto de moda gracias a la película La isla mínima, no las tiene todas consigo. Por ahora, sí. Los productores sevillanos tienen su tabla de salvación en el buen rendimiento y el elevado nivel de productividad de las 37.000 hectáreas cultivadas, aunque la situación se antoja complicada si se mira hacia el futuro. En buena medida, por la inundación de arroz importado procedente de países con muy bajos costes laborales y, sobre todo, con aranceles de entrada nulos o insignificantes (apenas 30 euros por tonelada, un 90 por ciento menos que hace una década) que perjudican a la producción local ante la masiva entrada de arroz barato en el mercado europeo. Es la competencia desleal de países como Camboya, Birmania y la India una de las preocupaciones que centró buena parte de la XV Jornada del Arroz celebrada la pasada semana en la finca Isla Mínima, en La Puebla del Río, organizada por Asaja y la Federación de Arroceros de Sevilla.
Con representación europea, del Ministerio, de la Consejería, de la industria, del ámbito de los fitosanitarios y de Doñana, en una sesión guiada por los arroceros, el encuentro sirvió para poner sobre la mesa lo que preocupa y la búsqueda de soluciones para garantizar el futuro de un sector que en las marismas sevillanas y en la comarca gaditana de la Janda produce el 44 por ciento del arroz que se cosecha en España. La provincia cerrará esta campaña con una cosecha media que rondará las 350.000 toneladas y un rendimiento cercano a los 9.000 kilos por hectárea, «lo que sitúa a los productores sevillanos como los primeros del mundo por productividad», recuerda Asaja.
Adjuntamos el artículo completo publicado ayer en El Correo de Andalucía por la periodista Isabel Campanario.