España, con el consenso de Francia y Alemania, ha llevado a la última reunión del consejo de ministros de la Unión Europea (UE), como publica la periodista Inma Lopera en ABC, una propuesta para que en la revisión del reglamento conocido como «Ómnibus», antesala de los acuerdos sobre los que se asentará la nueva PAC post 2020, se incluya una nueva definición de pastos permanentes que contemple las particularidades del ecosistema productivo de la dehesa, mejorando así el coeficiente de admisibilidad de pastos (CAP), por el que se determina el terreno considerado como pastable a efecto de la percepción de ayudas europeas.
Andalucía cuenta con un total de 1,2 millones de hectáreas de dehesas, el 14% del territorio regional. Pero la aplicación del CAP ha sido muy lesiva para los intereses de los ganaderos y propietarios andaluces de dehesa. De hecho, como explica en ABC ASAJA-Sevilla, «este coeficiente ha reducido la superficie de pastos de las explotaciones ganaderas andaluzas en 782.000 hectáreas, causando un grave perjuicio a más de 12.000 ganaderos de ovino, bovino, porcino y caprino».
El problema está, como explica en ABC ASAJA-Sevilla, en que «en Bruselas no saben que nuestros pastos son las dehesas, un ecosistema único donde la ganadería extensiva pasta libremente, alimentándose también de matorrales y ramas bajas de encinas, alcornoques y acebuches». En este sentido, el coordinador de los servicios técnicos de Asaja Sevilla, Antonio Caro, ha declarado que «conseguir el consenso para una nueva definición de pastos permanentes es fundamental de cara a la próxima PAC», pues en la reforma actual «se ha cometido una injusticia con España por el coeficiente de admisibilidad de pastos, y ahora hay una nueva oportunidad de enmendarlo».
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